Los estudios sobre el juego en los humanos han tenido que batallar con esta concepción mediática y generalista sobre el juego. En muchas ocasiones, el juego ha sido despreciado como objeto de estudio, al estar vinculado a una conducta infantil, y también por ser un pasatiempo nada productivo. Especialmente durante la primera mitad del siglo 20, los especialistas que se han dedicado a su estudio eran atacados por darle importancia a un aspecto, el juego, que otros consideraban como algo secundario e irrelevante. A pesar de estas resistencias, han aparecido varias teorías del juego, especialmente desde el marco de la psicología. Nosotros vamos a comentar aquí tres de ellas, que son las perspectivas cognitiva, la social y la psicodinámica. La idea no es buscar cuál de ellas es la mejor y la más correcta, sino saber apreciar aquellos elementos que son relevantes de cada una de ellas. La primera perspectiva que analizaremos es la cognitiva. Los términos cognitiva o cognición significan que el estudio se centra en cómo el cerebro procesa la información que recibe de su entorno. El máximo exponente es el psicólogo suizo Jean Piaget. Sus estudios se focalizaron en el desarrollo humano, y por eso le dedicó mucha atención al estudio del desarrollo de los bebés y de los niños. Bajo esta perspectiva, el juego es fundamental para el desarrollo cognitivo del individuo. Los niños y niñas organizan la realidad que perciben en forma de esquemas, en los que guardan información de cómo interactuar con su entorno. Al interactuar con su entorno, los niños aplican dos procesos básicos. Como se ve en la imagen, delante de cualquier situación nueva, los niños intentan aplicar algún esquema de interacción que ya conocen. Esto se denomina asimilación. Pero si este esquema ya existente no es útil para interactuar con esta nueva situación, el niño debe probar con otro esquema, o desarrollar uno nuevo. Se realiza, entonces, un proceso de acomodación. Si lo pensamos bien, cualquier jugador de un juego actúa de forma parecida. Aprende mecánicas y las intenta aplicar para superar los nuevos retos de cada nivel. Cuando no podemos superar una parte, tenemos que usar otra mecánica, o aprender una de nueva. Así pues, los videojuegos no dejan de ser una herramienta de aprendizaje continuo para nuestro cerebro. Otro aspecto relevante de los estudios de Piaget es la clasificación sobre los tipos de juego. Este autor afirma que en cada etapa del desarrollo cognitivo aparece una nueva manera de jugar. De 0 a 2 años, los niños juegan, sobre todo, para desarrollar y experimentar con su sistema motor y sensitivo. Hablamos de juegos físicos, como coger, lanzar, golpear, empujar, etcétera. A partir de los 2 años, aparece el juego simbólico, en el que los niños ya interpretan roles y simulan situaciones de otros contextos. Por ejemplo, muchos niños juegan a imitar a sus héroes y villanos de películas y series favoritas. A partir de los 7 años, se introducen los juegos de reglas, que demandan del niño un análisis más elaborado para poder adaptarse a las reglas y conseguir así el objetivo del juego. Es el caso de la mayoría de deportes o juegos de mesa. A partir de esta edad, los niños adquieren capacidades cognitivas más abstractas, y ya se juegan todos los diferentes tipos de juegos posibles. Cabe destacar que los juegos de construcción son asignados a todos los periodos del desarrollo. Otra perspectiva desde la teoría del desarrollo es la perspectiva social. El psicólogo ruso Vigotsky es su principal exponente. Su teoría entiende el juego como clave para la creación, desarrollo y dominio de habilidades sociales. Además, gracias a los vínculos sociales derivados de jugar, se señala una mejora en el aprendizaje de los niños. Esta perspectiva pone especial énfasis en el lenguaje y los demás aspectos comunicativos. El juego favorece la práctica de la comunicación, tanto en lo referente al discurso como al contexto. Además, el contexto social y cultural sirve para crear y compartir, a través del lenguaje y del juego, el conjunto de símbolos compartidos y sus significados asociados. Cada contexto, cada situación y cada ambientación tienen valores asociados, determinados a través del entorno social y cultural. La última perspectiva, dentro de la psicología, que veremos, será la psicodinámica, vinculada a autores como Freud y su psicoanálisis. De ella queremos destacar cómo se concibe la mente como una lucha de energías o fuerzas que, de forma natural, generan conflictos para el individuo. Las emociones acostumbran a ir asociadas a las respuestas que se producen a estos conflictos. Por ejemplo, delante de un problema, primero sentiremos curiosidad, después tensión al intentar resolverlo, estrés si nos resulta difícil de superar, y alegría o frustración si al final conseguimos, o no, solucionarlo con éxito. Desde esta perspectiva, el juego se entiende como una manera indirecta de gestionar emociones derivadas de conflictos, con el objetivo de poder redirigir la experiencia hacia unas emociones más positivas. Además, el juego proporciona un contexto artificial ideal para probar y expresar emociones. En definitiva, jugamos porque nos hace sentir bien. En cierta manera, experimentamos una especie de catarsis emocional. Bien, habiendo visto todos estos diferentes puntos de vista sobre el análisis del juego, ahora es necesario recopilar. Por un lado, tenemos los aspectos relativos a la conducta de jugar, al play, que nos indican que el juego tiene una base animal, que el contexto social y cultural es altamente relevante, que las emociones juegan un papel clave y que el proceso de jugar implica un aprendizaje constante. Por otro lado, tenemos aspectos relativos a los elementos formales, que forman parte de los juegos, como las reglas, un número de agentes participantes, un objetivo marcado y una recompensa asociada a ese objetivo. Así que, si tenemos que definir juego, lo haríamos diciendo que un juego es una conducta humana, con sustrato animal, pervivida a través de varias generaciones gracias a su eficacia ecológica, en el que el jugador manipula información, generándole un constante aprendizaje, acompañado de un trabajo emocional que busca el placer o las sensaciones positivas, y siempre dentro de un marco social o cultural específico que aporta ambientación y valor simbólico. El juego se estructura como un sistema de reglas con unos participantes definidos y con unos objetivos marcados que, al cumplirse, serán premiados con una recompensa. A esta definición, si se le añade el factor tecnológico comentado en el tema anterior, nos acaba de completar la definición de videojuego. Esta definición es más extensa y elaborada que las que vimos al principio, ya que quiere tener en cuenta todas las dimensiones del concepto de juego. Aun así, no pretende ser perfecta, y seguro que aún se podría detallar más. A través de este análisis, se desprende que los videojuegos tocan muchos campos y que es necesario tener en cuenta todos los aspectos para poder entender bien el alcance que tienen en el jugador y en el contexto cultural en el que se desenvuelve como producto e industria. [AUDIO EN BLANCO]