[MUSIC] Hola a todos, bienvenidos de nuevo a este nuevo vídeo que dedicamos al Valle de los Reyes. Vamos a hablar ahora de un aspecto que debemos considerar muy importante y es la geología que afecta al Valle de los Reyes. Pensemos que los antiguos egipcios tuvieron que hacer frente a distintos tipos de roca según excavaban para poder realizar esos monumentales hipogeos. No es igual escavar, no es igual tallar la roca calcárea que adentrarse en los estratos de esquisto, por ejemplo. De modo que lo que vamos a hacer ahora es observar que procesos geológicos condujeron a esa estratigrafía. Fijémonos en la imagen de la izquierda, con estos colores se intenta representar en que zonas encontramos arenisca, caliza o rocas ígneas y metamórficas. En realidad, ahí está representada un poco la historia geológica de Egipto. Si nos fijamos en la posición del Valle de los Reyes, estamos por supuesto muy cerquita del Valle del Nilo. Estamos ante una zona donde el tipo de roca principal es la caliza. Fijémonos ahora en estas dos imágenes que a grandes rasgos corresponden a la época del mesozoico y cenozoico. En estas épocas, el mar era bajo, era poco profundo en lo que ahora es el territorio egipcio. De modo que esto ocasionó que el proceso de sedimentación fuera bastante acuciante. Cuando llegamos muchos millones de años después al mioceno final, es decir, hace unos seis millones de años. Resulta que por la colisión entre las placas africanas y europea se cerró la entrada a lo que ahora es el mar Mediterráneo, quedando como un lago interno que en unos pocos miles de años sufrió un gran proceso de desecación. Este proceso de desecación provoco que, evidentemente, el nivel del agua de ese mar fuera cada vez más bajo. De modo que los ríos como el Paleo-Nilo que tenían escasa pendiente, con el tiempo, a causa de esa desecación, fueron incrementando su pendiente. De modo que esto provocó una erosión mucho más fuerte que derivó en la creación de un gran cañón similar al del Colorado, evidentemente el gran cañón del Nilo. Entonces el Nilo, en aquella época posterior a los seis millones de años, podía tener un aspecto, a grandes rasgos, similar al que vemos en esta imagen. De hecho, hoy en día, cuando podemos observar fotografías desde globos o desde aviones de esas montañas occidentales a Luxor, lo que estamos viendo es una parte, un lado, de ese antiguo cañón. Evidentemente desde esas montañas, si observamos el Nilo no lo vemos a una gran profundidad. Pero hay que tener en cuenta que tras ese proceso de desecación del mar Mediterráneo que provocó la gran pendiente que hizo que el Nilo excavara esta serie de rocas formando una gran cañón. Bueno pues tras ese episodio, nuevamente el agua volvió a entrar en el Mediterráneo y al subir el nivel del mar, todo este cañón quedó inundado. Con lo cual comenzó un proceso de posición que es el que hizo que finalmente el Nilo, una vez desaparecido ese mar, el Nilo volviera a excavar poco a poco este valle. Pero claro, a una altura ahora, muy superior. El corte estratrigráfico que vemos en esta región tiene, digamos, tres partes principales. Por un lado, la más profunda, que estaría constituido principalmente por creta o caliza de Creta, que es un tipo de roca sedimentaria muy buena para, por ejemplo, la elaboración de relieves. Después tenemos el llamado esquisto de Esna, que es un material muy laminar y que es fácilmente deformable, por ejemplo, por la actuación del agua, de la humedad, se puede hinchar y esto provoca deterioro para aquellas tumbas que se hayan excavado a través de dicho material. Y finalmente, encontramos esos niveles estratigraficos que corresponden principalmente a la caliza formada a partir de la deposición desde del eoceno, es decir, desde hace 34 millones de años. Vamos a ver cada una de estas partes. Fijémonos ahora en lo que acabo de colorear, son cuatro niveles principales, los llamados miembros I, II, III, IV, que corresponden a la llamada formación de Tebas. Estos estratos, estos niveles tienen un espesor de casi 300 metros, unos 290 metros. Y, principalmente, están formados por caliza, aunque también encontramos, por supuesto capas de otros materiales que después comentaremos. En un nivel inferior, tenemos ese llamado esquisto de Esna, que tiene un espesor cercano a los 60 metros y por debajo del esquisto de Esna es donde encontramos esas capas de caliza de creta, o creta, que principalmente fue formada durante el período cretácico. Si nos fijamos ahora en la parte superior de la formación de Tebas, es decir, de los miembros IV y III de esa formación. Vemos como el primer nivel, el más alto, el miembro IV tiene unos 54 metros de espesor y tiene formaciones de coquinita que básicamente es un material formado por conchas marinas, corales, etc. Después también encontramos niveles de esquisto y caliza. Y más abajo, en el nivel III, que tiene unos 80 metros de espesor, hallamos caliza nodular y también, como siempre en estas zonas, láminas de o pequeños niveles de esquisto. El nivel o miembro II tiene 75 metros de espesor, aquí encontramos conglomerados de caliza, margas, coquinitas, lutitas. Y en el miembro I que tiene unos 81 metros de espesor, a parte de las calizas y calizas margosas, encontramos un detalle muy interesante, que son las llamadas lentes de sílex. Esto va a ser un problema para los antiguos egipcios como veremos enseguida. Si ahora observamos esta fotografía de un lugar muy conocido del paisaje de Tebas oeste, como es el circo de Deir el-Bahari y la montaña de El-Qurn. Podemos comprobar cómo en la estratigrafía se definen perfectamente esos grandes bloques que forman la formación de Tebas, el miembro I, II y III, así como esa zona que conocemos como el esquisto de Esna, que como veis se reconoce por una tonalidad grisácea. Fijaros, por ejemplo, en la parte que queda alrededor de el templo funerario de Hatshepsut en Deir el-Bahari. En estos perfiles podemos comprobar bastante bien como las tumbas, los hipogeos del Valle de los Reyes, se introducen a veces a través de varios de estos niveles. Por ejemplo, la KV 17 es la tumba de Seti I. Vemos cómo se desarrolla en su primera parte hasta la cámara sepulcral en esa formación de Tebas, es decir, por una zona predominantemente de caliza. Pero a partir de la cámara sepulcral vemos cómo la excavación de la tumba comenzó a través de la formación de Esna, esa formación compuesta predominantemente por esquisto y, por lo tanto, una zona bastante peligrosa para el avance de los antiguos trabajadores del Valle de los Reyes. Lo mismo ocurre con la tumba KV 20, la tumba de Hatshepsut. La parte inicial comienza en la formación de Tebas, esa zona de calizas predominantes. Pero después, prácticamente todo el resto de la tumba atraviesa la zona de esquistos. Fijaros como una tumba mencionada, la TT 192, que es la tumba de Jeruef, esto esta en la zona frontal a el templo funerario de Hatshepsut. Pues bien, esa tumba se desarrolla en los niveles de creta, o caliza de creta, que dijimos se formaron durante el cretácico. Precisamente, esa tumba tiene unos relieves de una calidad exquisita. Son unos relieves maravillosos. Y esto se pudo hacer, precisamente por ello, porque la creta es un material fino, luminoso diríamos, con una blancura muy destacable y muy fácil de tallar y trabajar. Una de las grandes dificultades que encontraban los egipcios cuando trabajaban en las canteras de caliza o por ejemplo, cuando estaban excavando sus tumbas hipogeicas, era toparse con estos elementos que veis aquí. Todo esto es caliza, esta piedra blanquecina. Pero aquí veis un tipo de piedra con una coloración más oscura. Esto en realidad es sílex. De modo que imaginaros la diferencia tremenda que había entre picar la piedra caliza, que dentro de las formas pétreas que encontramos en estas latitudes es una de las más fáciles de tallar, respecto a esta otra que es muy dura. De hecho, hay casos evidentes donde los egipcios encontraron tantas dificultades en deshacerse de estos nódulos. Si son pequeños, pues, se pueden esquivar y extraer. Pero si son grandes, ofrecen una resistencia tal que a veces incluso los arquitectos en El Valle de los Reyes decidían desviar el eje de la tumba con tal de evitar la excavación en aquel lugar donde apareciese un nódulo de grandes dimensiones. Entonces vemos como el trabajo en las canteras, a parte de las dificultades logísticas que podía ofrecer, también tenía otro tipo de problemas, como el que acabamos de ver en este momento. De igual modo que los egipcios se topaban en las canteras de caliza o excavando sus hipogeos con nódulos de sílex que dificultaban bastante por su dureza, la talla, la excavación, pudiese ser incluso todo lo contrario. Uno de los máximos peligros y dificultades que tenían era justo cuando topaban con capas de esquisto, como la que vemos aquí, y como podéis ver es muy laminar. Se deshace fácilmente, con lo cual durante la excavación si encontraban una capa gruesa de esquisto, pues corrían grave riesgo de derrumbe. En valles como este, estamos muy cerca del templo inacabado de Amenemhat I, entre Deir el-Medina y Deir el-Bahari, encontramos también minerales, óxidos que utilizaban los antiguos egipcios para pintar. Fijaros por ejemplo, como cogiendo esta lasca de caliza y uno de estos minerales, somos capaces de realizar un trazo de color sin excesiva dificultad. Una vez esto se tallaba correctamente, sacaba todo su color y permitía pintar, o you pulverizado podía ser empleado como tinta para escribir. En esta imagen dentro de una tumba del Valle de los Reyes, vemos cómo esas lentes de sílex, a las que hacía referencia antes, en la parte inferior de la formación de Tebas. Bueno, pues aparecían en algunas tumbas, aquellas que atravesaban ese nivel y podían ser un problema, tengamos en cuenta que el sílex es mucho más duro, por supuesto, que la caliza, con lo cual el trabajo se tornaba más complejo cuando aparecían estas láminas. Y aquí tenemos un perfil de la KV 17, la tumba de Seti I, y una fotografía que nos recuerda como es precisamente esa zona que queda más allá de la cámara sepulcral. Fijaros la tonalidad grisácea que distingue bastante bien el esquisto y en la propia imagen podemos comprobar cómo ese esquisto es muy laminar, de modo que la excavación es peligrosa porque en nada se viene abajo.