>> Creo que aquí tengo que hablar desde la experiencia, yo doy clases de
literatura y género, de género y derecho, de género y derechos humanos,
y es a veces no triste, no quiero decirlo así.
Pero sí es un poco particular que solamente en mis clases
tenga generalmente mujeres y personas sexualmente diversas.
No porque estas personas no tengan conocimiento,
no tengan avidez de ese conocimiento.
Sino porque creo que las personas que nacen con un cuerpo marcado tienen
más probabilidad justamente de dar cuenta de esas discriminaciones históricas.
Yo creo que el verdadero trabajo que hay que hacer en el género es con las personas
que no han tocado nunca el tema de género en tanto que privilegio.
Es decir, con, por decir, con los hombres heterosexuales, por ejemplo,
que jamás han cuestionado su heterosexualidad.
Porque creo que, si hablamos de violencia de género, por ejemplo,
si bien hay una forma de replicar desde muchos sectores y desde muchos cuerpos.
Evidentemente se necesita hacer un en trabajo con los agresores.
Evidentemente se necesita hacer un trabajo con los hombres que ejercen
cierto tipo de violencia sobre las mujeres o sobre otro tipo de cuerpos feminizados.
Y creo que ese trabajo no se da generalmente,
entonces en mi clase por ejemplo, cuando yo tengo hombres heterosexuales,
puedo ver ese cambio radical, en su modo de pensar.
Cuando dan cuenta cuando ellos
se dan cuenta justamente de esa serie de privilegios que han tenido históricamente.
Yo creo que esto sirve justamente para pensar el lugar de las masculinidades.
La reflexión de que son cuerpos sexuados para los hombres es fundamental.
La reflexión de que somos todos cuerpos precarios,
cuerpos performativos cuerpos que tienen una serie de discursos impuestos
sobre si mismos, es algo que es fundamental.
Cuestiones, como por ejemplo, que el hombre tenga que cortejar.
Cuestiones cotidianas, que por ejemplo, el hombre tenga que ceder el paso.
Cuestiones de esta naturaleza dan cuenta de eso.
Pero creo que más grave se da en otras cuestiones, por ejemplo, de la paternidad.
Es decir, legislativamente existe un derecho de la maternidad,
que es un derecho sagrado y que tiene que ver con la tenencia y que de
algún modo replica este ideario eterno femenino.
La mujer que tiene que ser madre,
y que cuando es madre es absolutamente buena madre.
Cuestión que ha sido criticada por las feministas de modo asertivo y necesario.
Ahora claro, la crítica al otro lado también tiene que ser por qué una persona
que decide ser padre, no puede ser padre en las mismas condiciones que una mujer.
Es decir, por qué esa creación del eterno femenino
también crea al mismo tiempo en ese binario hombre y mujer.
Esa noción de que el padre tiene que ser distante,
el padre no tiene que estar con sus hijos, el padre tiene que tener menos días