[MUSIC] Hoy en este video hablaremos de los aspectos psicológicos que modifican la percepción de riesgos, e iremos entendiendo su importancia. La dificultad de relacionar riesgo y probabilidad. La primera limitación que tenemos en general para percibir los riesgos es la de tener bastante conciencia de la posibilidad de que ocurran y además también la de asignarle una probabilidad correcta. En la actualidad en ciertas escuelas les aconsejan que los niños que celebran sus cumpleaños obsequien a los otros con dulces y golosinas domésticas. ¿Por qué?, porque si algún niño se indigesta, o intoxica, sus padres podrían denunciar a los padres del niño que hizo el regalo. La probabilidad en realidad es remota, pero el riesgo se percibe cuando algún caso ha ocurrido y ha habido alguna reclamación. Hablaremos también del sesgo, de la no información o de la información reciente. Muchas personas creen que aquello que aún no les ha ocurrido a ellos o a sus amigos, no existe. Por el contrario, cuando aparece una información, descubren el riesgo que you existía y toman medidas preventivas o se aseguran. Un ejemplo sería cuando en una comunidad se produce un robo en una vivienda, automáticamente aumenta la contratación de seguros o instalación de alarmas. Superoptimismo y el dilema del buen samaritano. ¿A qué nos referimos con esto? Pues por ejemplo que muchas personas creen que nunca les ocurrirá a ellos este suceso desfavorable y que en el eventual caso de que ocurra, será el estado o algún organismo público quien acuda en su ayuda. Un ejemplo sería, las personas que no tienen medio para pagarse una residencia cuando sean ancianas piensan que no tendrán problema en conseguir plaza en una residencia pública. Cuando la realidad es que a lo mejor hay una lista de espera de años y, por lo tanto, aquí se han equivocado pensando eso. La afectividad y el valor. Para un mismo valor económico a un objeto en riesgo, se observa que si además se siente afecto hacia el mismo, las medidas de protección o el deseo de pagar una prima por asegurarlo aumentan. Un ejemplo muy claro sería una joya que heredamos de un ser querido, que puede tener para nosotros un valor mucho más alto que el que le daría un joyero, que sería en este caso el valor del mercado. you que para nosotros de alguna manera es insustituible esa joya o ese objeto. La correlación con situaciones anteriores. Personas con determinadas pautas de comportamiento frente al riesgo y la prevención suelen repetirlas en situaciones análogas posteriores. Por ejemplo, si una persona ha asegurado su coche a todo riesgo, cuando compra posteriormente otros coches, la tendencia será volver a asegurarlo también a todo riesgo. Las interacciones sociales. Se observa que la conducta frente al riesgo de una persona se ve influida por las actuaciones de sus amigos y conocidos. Quizás porque es difícil decidir en base a una información más objetiva o probabilidades, y se confía más en la opinión de los demás, sobre todo cuando son amigos o conocidos. Un ejemplo sería cuando un amigo instala una alarma en su casa, esto nos lleva hacer pensar también en el riesgo que supone no tenerla nosotros, y por lo tanto también es más fácil que decidamos imitarlo. En cuanto la aversión al riesgo, personas especialmente adversas al riesgo tienen actitudes de sobreprotección, y sobre aseguramiento, aunque a veces se trate de riesgos de poca trascendencia económica. Por ejemplo, hay personas que tienen verdadera obsesión por tenerlo todo controlado y evitar riesgos aunque estos riesgos nos parezcan que son muy pequeños. Tendríamos el caso de personas que nunca comen en un restaurante por el miedo a intoxicarse o que sólo comen productos ecológicos, o incluso que no deseen dormir fuera de casa, en un hotel, por supuestos problemas de higiene.