Vamos a hablar sobre la evaluación educativa en diversos contextos presenciales y a distancia. ¿Qué es evaluación del aprendizaje? Si le preguntamos a un estudiante, rápidamente nos contestaría "los exámenes"; si le preguntamos a un profesor, podría contestarnos "es una de las partes más difíciles de la enseñanza para la que generalmente no nos preparamos mucho". Me vienen a la mente los comentarios de Sigmund Freud cuando hablaba de las profesiones imposibles, que son aquellas en las que puedes estar seguro de antemano de tener resultados insatisfactorios. Estas son el psicoanálisis, el gobierno y la educación. Con frecuencia vivimos en esta nube de falsas expectativas y premisas, en las que creemos que todo lo que enseñamos es aprendido por los estudiantes. Desafortunadamente, esto no es así, y la única manera de tener mayor claridad sobre el impacto de la educación y el efecto en los estudiantes es llevando a cabo un proceso de evaluación técnicamente adecuado, que esté alineado con los currículos y los planes de estudio, y que se preocupe con un profundo sentido humanístico por los estudiantes durante todo el proceso. Hay muchas definiciones de "evaluación". Algunos expertos la definen como una especie de término genérico que engloba un rango de procedimientos para adquirir información sobre el aprendizaje del estudiante y, así poder formarse juicios de valor sobre dicho proceso de aprendizaje. Esto implica un proceso amplio, sistemático, de acopio de información a través de la aplicación de diversos instrumentos, como pueden ser los exámenes escritos o los exámenes orales. Esta información debe ser analizada con rigor metodológico, para así poder fundamentar la toma de decisiones como aprobar un curso o detectar a un estudiante que tenga algún problema en el aprendizaje. Independientemente de la definición técnica, los docentes que tenemos que ver directamente con estudiantes debemos internalizarla desde una visión más profunda. Como dijo Derek Rowntree, el autor australiano: "Cuando una persona con algún tipo de interacción directa o indirecta con otra, obtiene e interpreta información de manera consciente sobre el conocimiento, la comprensión, las habilidades y actitudes de la otra persona, hasta cierto punto, evaluación es un intento de conocer a la persona". Nunca debemos olvidar que lo que evaluamos son seres humanos con todas sus virtudes y defectos, de la misma manera que somos los docentes. Por otra parte, podemos definir a "examen" o "prueba" como: "Aquel instrumento o procedimiento sistemático para medir una muestra de conducta planteando un conjunto de preguntas o interrogantes de manera uniforme". Es importante recalcar que no es lo mismo evaluación que medición. Medición es nada más: "El proceso de obtener una descripción numérica cuantitativa del grado al cual un estudiante posee una característica en particular". Medir es solo la obtención de datos sin realizar juicios de valor, como medir la temperatura ambiental o el cociente intelectual, mientras que la evaluación es un proceso mucho más amplio y profundo, más valorativo de todo el fenómeno. De tal manera que la medición es parte de, pero no es toda la evaluación. Es fundamental tener en cuenta que existen cuatro principios generales para la evaluación de la educación. El primero es especificar muy claramente lo que se va a evaluar. Este es fundamental, es probablemente, el más importante. El segundo, es que los métodos de evaluación deben elegirse por su relevancia para las características que se van a evaluar del estudiante. No es lo mismo evaluar habilidades de comunicación con un examen escrito de opción múltiple o con un examen oral o un examen de desempeño en donde expresen sus habilidades de comunicación. El tercero es que, para que la evaluación sea útil y efectiva, se requiere de una variedad de procedimientos e instrumentos. Ningún instrumento por sí solo nos va a dar toda la información riquísima que se requiere para evaluar bien a un estudiante. Y el último es que su uso adecuado requiere tener conciencia de las limitaciones y de las bondades de cada uno de los métodos. La evaluación es un medio para un fin, no un fin en sí mismo. En el mundo actual, se pretende dar una voltereta conceptual profunda a mover el foco de la evaluación como algo que se hace, primordialmente, para verificar, para comprobar, para medir, para seleccionar; algo que se hace desde principio, para mejorar, para crecer, para desarrollarse, para ayudar al estudiante; de algo que se hace al final, a algo que se hace durante todo el proceso; de algo que se le hace al estudiante hacia algo que se hace con el estudiante. Recordemos que el verdadero instrumento de evaluación es el individuo que lo usa, no el instrumento en sí, no el examen, la rúbrica o la lista de cotejo, que sí son importantes. Las herramientas de evaluación son fundamentales, pero solo son tan buenas como el individuo que las usa y que las interpreta. En el año 2020, la pandemia causó cambios muy profundos en todos los aspectos de nuestras vidas, de lo que no se escapó la educación universitaria. La enseñanza y la evaluación en nuestras instituciones educativas han tenido que adaptarse a este dinámico contexto apropiándose de las herramientas para enseñanza y evaluación en línea, que si bien ya existían, a partir de la pandemia su uso se ha generalizado, y se han integrado a las actividades docentes cotidianas. Por ello, es muy importante repensar todo lo que hacemos en enseñanza, aprendizaje y evaluación, considerando las ventajas, las limitaciones y los contextos del aprendizaje a distancia o mixto en modalidad híbrida. Debemos preguntarnos si los estudiantes logran las metas de aprendizaje elaboradas por las universidades en los contextos dinámicos del mundo actual. De por sí, es difícil la evaluación del aprendizaje; en los contextos mixtos y a distancia esto se complica aún más por una gran cantidad de razones. Al final del día, las universidades y el equipo docente somos los responsables de apoyar a los estudiantes en el proceso educativo, y de utilizar la evaluación, sobre todo, la evaluación formativa. También, debemos propiciar el aprendizaje profundo, y no menos importante, tenemos que adaptar las evaluaciones sumativas de alto impacto, los exámenes de fin de curso a los contextos en dónde ocurren, ya que los exámenes a distancia en línea o, en particular, los exámenes a distancia en casa, tienen una gran cantidad de aristas y de matices que abordaremos a lo largo de todo el curso. El aprendizaje es un proceso complejo, que ocurre en diferentes contextos como si fuera una especie de ecosistema, en donde están las aulas, los laboratorios, los centros de simulación, los espacios de aprendizaje práctico y los campos clínicos que están dentro y fuera de las universidades. La evaluación en todos estos espacios y las intersecciones en donde ocurren, requieren que tanto docentes como estudiantes y las autoridades institucionales trabajemos colaborativamente con la meta de mejorar el proceso y adaptarse a todas estas situaciones tan complicadas y cambiantes. La buena enseñanza, como dice Tony Bates, de Canadá: "Puede superar una pobre elección de la tecnología, pero la tecnología por sí sola nunca podrá salvar a la mala enseñanza". De la misma forma, la tecnología, incluyendo la vigilancia en casa a través de las cámaras de los dispositivos digitales para disminuir el riesgo de que las personas hagan trampa, no puede reemplazar la buena evaluación formativa constante a lo largo de todo el proceso de interacción entre profesores y estudiantes. Estoy convencido que los profesores universitarios debemos mejorar nuestras habilidades de evaluación, tanto del, como para el aprendizaje, y esto en un marco de respeto y de comunicación abierta con los estudiantes y con las autoridades. En palabras de Parnau, citado por el académico mexicano el doctor Tiburcio Moreno: "Tanto en la formación de los docentes como en la concepción de las metodologías y los medios de enseñanza, la evaluación y la regulación de los procesos de aprendizaje a menudo siguen siendo los parientes pobres". Como afirma el mismo doctor Moreno, la evaluación en México ha estado permeada por esta visión empirista que descansa en el principio: "Todo sabemos de evaluación porque todos alguna vez hemos sido evaluados". Como dijo Albert Einstein: "No todo lo que cuenta puede ser contado, y no todo lo que puede ser contado cuenta". La enseñanza, el aprendizaje y la evaluación son múltiples caras de la misma moneda educativa, y no se trata de fenómenos lineales o sencillos. El eterno reto de la mejora de la evaluación del y para el aprendizaje es un vertiginoso y caleidoscópico laberinto que parece que nunca se termina, de forma similar a la tarea de Sísifo, pero con muchas más satisfacciones.