¿Cuál fue el impacto de esta teoría? Como vimos en los antecedentes de este curso, pese al gran conocimiento que se tenía sobre los seres vivos, hasta el siglo XIX no existía una ciencia que planteara un enfoque unificado de estudio. Fue hasta 1800 que dos grandes naturalistas, Lamarck y Treviranus, plantearon la necesidad de fundar una ciencia dedicada al estudio específico de los seres vivos que investigara los rasgos comunes de plantas, de animales y acuñaron el término de "biología". Lamarck, francés, como ya hemos visto, y Treviranus, alemán. Sin embargo, se necesitó un siglo de gran actividad para conformar esta ciencia y para establecer los rasgos unificadores que caracterizan a los procesos biológicos. A finales del siglo XIX y principios del XX se definió una amplia gama de objetos de estudio nuevos y se produjo un cambio profundo en la práctica de la biología. Alrededor de cada uno se organizó un campo particular que se distinguió no sólo por sus fines y sus técnicas, sino también por su lenguaje. A partir de esos grandes enfoques surgieron teorías y programas de investigación que dieron unidad al pensamiento biológico contemporáneo y definieron con mayor claridad lo que caracteriza a los seres vivos y el rumbo que debía seguir su estudio. Entre estas grandes generalizaciones se encuentran la teoría de la evolución, la teoría celular y la teoría de la herencia. Podemos afirmar que la teoría de la evolución planteada por Darwin constituyó la teoría unificadora más importante de la biología. Antes de su planteamiento, el estudio de los seres vivos constituía un cúmulo de hechos y observaciones desarticuladas. Con esta teoría, la diversidad de los organismos, las semejanzas y diferencias entre sus distintas clases, las pautas de distribución y comportamiento, las interacciones y las adaptaciones tuvieron un principio de estructuración. Esta teoría constituyó el hilo que tejió los diversos fenómenos relacionados con los seres vivos. Con Darwin, la evolución se aceptó como un hecho científico con abrumadoras evidencias. Las explicaciones evolutivas integraron el conocimiento de las diversas disciplinas biológicas y dieron un marco teórico de interpretación al conocimiento generado por diversas áreas de la biología. El modelo de evolución por selección natural permitió explicar la adaptación de las especies al ambiente, la diversidad de la vida, la extinción y las relaciones de parentesco entre todas las formas en las que se expresa la vida. Cuando Charles Darwin publicó "El origen de las Especies" en 1859 causó una gran excitación pública, tanto en el ámbito científico como en el político y religioso. Se leyó y discutió el libro defendiendo o negando las ideas de Darwin. Pronto se aceptó el hecho de la evolución por una mayoría de científicos, pero surgieron polémicas sobre algunos aspectos del proceso evolutivo. La dificultad más seria que enfrentó la teoría de Darwin fue la carencia de una adecuada teoría de la herencia que explicara las variaciones sobre las que actúa la selección natural. Fue hasta 1900 cuando se retomaron los trabajos que Gregor Mendel, el fundador de la genética, había realizado 35 años antes. Mendel, sin que Darwin lo supiera, había publicado en 1866 una serie de descubrimientos que resolverían el problema que Darwin no pudo resolver, la transmisión de las características hereditarias. Después del redescubrimiento de la teoría de Mendel, surgieron polémicas acerca del papel de la herencia en la evolución. La solución a estas controversias tuvo lugar entre las décadas de los '20 y los '30 del siglo XX gracias al trabajo de muchos genetistas. Quienes destacaron por la genialidad de probar que los pensamientos de Darwin y Mendel eran complementarios fueron Ronald A. Fisher, John B. S. Haldane, de Gran Bretaña, y Sewall Wright de Estados Unidos. Con sus trabajos recuperaron el darwinismo como teoría vigente de la evolución y brindaron una estructura teórica para la integración de la genética de poblaciones y la teoría de la selección natural. Los avances teóricos y experimentales de la genética demostraron que no había contradicción entre las evidencias sobre el surgimiento de la variación genética y la selección natural. Se entendió que eran complementarias. En 1937, Theodosius Dobzhansky publicó "Genética y el origen de las especies", donde ofreció una explicación razonable y comprensible del proceso evolutivo en términos genéticos. Apoyó sus argumentos teóricos con evidencias empíricas, hecho que puede ser considerado como el suceso más importante en la formulación de la denominada teoría sintética de la evolución, que plantea la síntesis de la selección natural darwiniana con la genética mendeliana. Otros autores deben ser considerados como arquitectos de esta síntesis, Ernst Mayr, George Stebbins, Julian Huxley y George Simpson. Estos investigadores impulsaron los estudios evolutivos tanto en las disciplinas biológicas tradicionales, como la taxonomía y la paleontología, como en el origen un poco más reciente, como la genética y ecología de poblaciones. A partir de 1947, en un famoso congreso realizado en Preston, la teoría sintética de la evolución se instauró como una corriente de pensamiento que estableció un amplio acuerdo con Darwin, a excepción de la idea de la herencia de los caracteres adquiridos. Alrededor de 1950, la teoría de Darwin fue totalmente aceptada por los biólogos, y la teoría sintética se reconoció ampliamente, aunque siguen discutiéndose muchos de sus conceptos. El conocimiento generado a mediados y finales del siglo XX por disciplinas como la biología y genética molecular, así como el desarrollo de nuevas aproximaciones en el estudio del proceso evolutivo por disciplinas tradicionales como la paleontología, provocaron algunas controversias en distintos campos de la biología evolutiva. La teoría neutralista planteada a mediados de los años '70 del siglo XX por Motoo Kimura es un ejemplo de ello, ya que propone explicaciones alternativas en el ámbito molecular que muestran algunas divergencias con la síntesis moderna. Otra polémica notoria de finales de la década de los '60 fue la denominada Teoría del Equilibrio Puntuado, propuesta por Niles Eldredge y Stephen Jay Gould, que discute la gradualidad del proceso evolutivo. En la actualidad, a la luz de los avances en el estudio de distintos niveles de organización de la vida, se precisan conceptos, se plantean nuevas formas de abordarlos y se analiza la necesidad de una nueva síntesis e, incluso, si está por surgir un nuevo paradigma que explique problemas que la teoría sintética no ha logrado resolver. La denominada "síntesis extendida" busca esclarecer conceptos y, sobre todo, proponer y validar nuevos enfoques, estrategias e instrumentos para explicar los fenómenos involucrados en este complejo proceso. Los desafíos que en la actualidad plantea la biología molecular, la genética del desarrollo, la genómica, la paleontología, las teorías de la complejidad y de sistemas, entre otras disciplinas, nos recuerdan que la ciencia está en permanente construcción. A pesar de ello, en el núcleo de la síntesis extendida siguen manteniéndose conceptos claves como la variación y la selección natural, lo que nos habla del enorme poder explicativo de esta teoría y de su importancia en la consolidación de la biología evolutiva contemporánea. Las ideas de Darwin impactaron en el estudio de los seres vivos y también tuvieron importantes implicaciones para los seres humanos. Darwin planteó que el origen y evolución de los seres vivos, incluyéndonos a nosotros, podían ser explicados por procesos materiales gobernados por leyes naturales. Esta visión transformó para siempre la manera como los humanos concebimos a la naturaleza, cómo hacemos ciencia, cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo ubicamos nuestro lugar en el universo. La visión evolutiva ha impactado a la biología y, prácticamente, a todas las ciencias, y también a otros campos culturales como el arte, la tecnología y la filosofía. Los conceptos y los principios evolutivos, como todo conocimiento científico, constituyen un bien común al que todas las personas tenemos derecho a acceder y usar con responsabilidad ética. Por ello, representan un marco referencial indispensable en la alfabetización científica para el entendimiento de nosotros mismos, de las sociedades y de su intrincada relación con la naturaleza, ya que nos permite entender el valor de la diversidad en lo pequeño y en lo grande, en el presente y en el pasado, la dimensión de tiempo profundo, las relaciones de parentesco con todas las formas vivas, la dimensión animal de lo humano y la responsabilidad de éste con su entorno. Podemos considerar, entonces, que el legado de Darwin es Patrimonio de la Humanidad como gran obra del pensamiento científico, como reto intelectual y como referente de interpretación de la vida en toda su complejidad, belleza e historia pasada y presente.